jueves, 13 de mayo de 2010

La cuna del hombre.

Los seres humanos son poseedores de defectos inmutables en su intelecto y en su carácter moral. En consecuencia para perpetuar la sociedad debemos confiar en sistemas probados y confiables: el mercado, los valores tradicionales.

Esto lo sostienen Thomas Hoobes, Adam Smith, Edmund Burke, Thomas Malthus, Alexander Hamilton, James Madison, Oliven Wendell y Homes; pensadores y Neoconservadores.

Las limitaciones morales del hombre y su egocentrismo son inherentes a él. No se le puede cambiar. Sobre todo cuando estos se insertan en el entorno político actual de corrupción, prebendas, obtención de puestos sin el mínimo esfuerzo y entrega de resultados. En esta perspectiva política: “hay una flaqueza radical en todos los planteamientos humanos”, flaqueza inherente a la naturaleza fundamental de las cosas.

Los estadistas, más no políticos, deberían actuar, pero de acuerdo a factores intermedios como la devoción a los principios morales, a los conceptos de honor y nobleza, y no al amor al prójimo como de uno mismo. Claro ejemplo de esto lo que sucede en el País, en Chihuahua, y ahora en nuestra Universidad, donde los políticos siguen actuando en base a la inmoralidad, la traición y la falta de respeto a las instituciones.

Vivimos en un sistema de incentivos morales, un conjunto de compensaciones              en vez de una solución real por medio de la transformación del hombre. Se negocia con compensaciones y no con soluciones. Luego, la sociedad no encuentra un incentivo para ver de buena forma a los políticos, y respetar las instituciones, ante el desastre que estamos viviendo, con la violencia extrema en las calles y hogares. Se depende de los incentivos y no de las disposiciones legales para alcanzar los objetivos. Una visión restringida de los gobernantes.


Siendo las compensaciones todo lo que se puede esperar, hasta ahora, la prudencia se encuentra entre los deberes más altos. Burke la llamó la primera de las virtudes.

Los hombres son básicamente buenos; los defectos que manifiestan reflejan fallas de las instituciones sociales. De acuerdo con esta visión el hombre tiene un potencial ilimitado de perfeccionar el mundo en torno a él. Pero los gobernantes lo frenan los quieren tontos, ignorantes, que no hablen, silencio.

Esto lo ha sostenido Voltaire, Rousseau, William Godwin, Thomas Paine, George Bernard Shaw, Thortein Vebleny, la mayoría de los teóricos liberales contemporáneos.

Contra estos incentivos, se propone la comprensión y disposición del hombre capaz de crear intencionalmente beneficios sociales. El beneficiar a “otros” es “esencialmente virtuoso”, es la meta de la felicidad humana. El hombre es capaz de sentir las necesidades de otro más importante que las suyas propias. La verdadera meta es el desarrollo social.

La solución real que debe ofrecer el Estado es tender los esfuerzos para lograr que la gente haga lo correcto por lo que es, y no por recompensas psíquicas o económicas. Llámese promesas electorales.

La virtud de la prudencia le corresponde un orden menor de menor importancia, Godwin no siente el menor aprecio por este moralismo ya que “solo piensa en estimular a los hombres a realizar buen obras mediante consideraciones, de apática prudencia y mercenario interés propio en lugar de estimular el “generoso” y magnánimo sentimentalismo de nuestra naturaleza. Candidatos en campaña, y gobernantes ansiosos de ser alabados.

El hombre en suma es perfectible lo que significa continuamente mejorable más que capaz de llegar realmente a la perfección absoluta y no se puede prescribir límites a este proceso.

Los hombres son eminentemente capaces de justicia y virtud, no solo “algunos individuos” sino toda la especie. Pero en esta, insisto, no entran nuestros políticos rapaces que viven en su cajita de cristal.

El resultado de las luchas por el poderío político, es el factor que determina las líneas fundamentales para toda realidad y todo acontecer económico, espiritual y cultural, es el factor determinante de la historia. Los partidos políticos solo buscan el poder para mantener el control sobre los ciudadanos.

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En la Universidad Autonomía de Chihuahua se está viviendo un proceso de elección de sus dirigentes, factores externos vulneran el movimiento universitario. Unos dicen que la autonomía universitaria no existe, es una falacia, un invento. Yo digo que es real, se toca, huele, se oye, es inmortal. Solo falta que los universitarios lo hagamos respetar. Silenciemos ese grito de guerra que invade nuestras aulas. Señor Gobernador; le exijo respeto a la también suya Máxima Casa de Estudios, nuestro hogar, nuestra madre.

Salud y larga vida.

Francisco Flores Aguirre.
Francisco Flores Legarda.

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