viernes, 13 de agosto de 2010

Los Buenos y los Malos.



Por Francisco Flores Aguirre:

Invitación de Cristo
Dijo:

“Comed este mi cuero.
Bebed, esta mi sangre.

Y se llenó su entorno de hienas de vampiros”. 1


No es fácil señalar las fronteras entre las cuestiones morales y las no morales.  Para poder crecer humanamente en el espíritu, es necesario no perder la admiración, la cual, desde que el hombre es hombre, siempre ha estado presente en él y lo ha empujado a reflexionar. 2

Así afirma Jenófanes en su poema:

“Jamás nació ni nacerá varón alguno
 que conozca de vista cierta lo que yo digo
sobre los dioses y sobre las cosas todas;
porque, aunque acierte a declarar las cosas
 de la más perfecta manera,
él, en verdad, nada sabe de vista.
Todas las cosas ya por el contrario
con Opinión están prendidas”. 3

Si aceptamos la tesis de que los hombres traemos lo malo en germen, (4) también tenemos la posibilidad de reeducarnos y hacernos menos malos en función de nuestra propia existencia. 5

No es Caín lo malo; lo malo son los cainistas y los abelistas -dice- Unamuno-. 6  Y es que los abelistas han inventado el infierno para los cainistas, porque si no, su gloria le resultaría insípida.  Su goce está en ver libre de padecimiento, padecer a los otros.  Les gusta justificar la mediocridad en el próximo; así localizan fácilmente a los culpables. 7

Algunos teóricos clasifican a la moral en dos puntos de vista:  los morales teleológicas (la aristotélica, la utilitarista) toman en cuenta fundamentalmente las consecuencias de nuestros actos y juzgan a éstos por aquellas repercusiones; recomiendan hacer una cosa más bien que otra, porque la primera contribuirá más a nuestra “felicidad” que la segunda.  La moral deontológica -ese el concepto del deber- puebla el universo de presuntos deberes, prohibiciones, y mandatos incondicionados a los que hemos de normar nuestra conducta en cualquier caso, incluso si ello no provoca más que desgracia e infelicidad o incluso en es te caso la desgracia de todo una nación: “Hágase justicia, aunque se muera el mundo”, lo único que hay que conservar es al Partido.

Las morales teleológicas pueden ser, -como afirma Mosterín- perfectamente compatibles con la racionalidad, porque revisan y evalúan frecuentemente sus fines, principios y postulados. 8

Las morales deontológicas, por el contrario, son incompatibles con la racionalidad ya que trata siempre de mantener la integridad de su moral y rechaza las críticas como pecados, perversiones o traiciones.

Este es el moralista por esencia, con actitud dogmática, ya que considera a la moral como una emanación absoluta de los dioses de la naturaleza, de la historia, de las revoluciones de los principios de su partido y no una mera ocurrencia de la mente de los individuos.  Esta actitud moralizante cree que todos los valores que él predica son valores inmutables y objetivos.  A la unión de esta moral con una doctrina se le conoce también en el nombre de ideología perdida.  Esta corriente pregunta de la siguiente manera:  ¿Está permitido o no, es bueno o malo en sí mismo?

La pregunta racional obligada en estas reformas morales y políticas que se han realizado en Chihuahua, de acuerdo a los fines perseguidos, ¿son adecuadas o no? ¿Afectan al mínimo bienestar humano, como son las necesidades fisiológicas básicas, como el comer, el dormir con calor, y sobre todo el etc....?

Por otra parte entre las tradiciones filosóficas, Pascal señala que la sociabilidad es lo real y lo ideal es la soledad.
¿O lo real es la soledad y lo ideal la sociabilidad?

En el contexto de Hobbes y de Maquiavelo -Todorov anota- que el hombre se ocupa de nosotros solo en apariencia y para estar de acuerdo con las exigencias de la moral oficial.  En realidad es un ser puramente egoísta e interesado, para quien los otros hombres no son más que rivales y obstáculos.  Si no estuviera sujeto a las poderosas prohibiciones de la sociedad y de la moral, el hombre, ser esencialmente solitario, viviría en guerra perpetua con sus semejantes en una persecución desenfrenada del poder.  La autosuficiencia, la autoarquía es la realidad del hombre; pero es una realidad amenazada.  La sociedad y la moral van contra la naturaleza humana, imponen las reglas en común a un ser esencialmente solitario. 9

Ahora me explico, por qué:  si en el planeta fuéramos mil gentes, 995 serían las que me odian- o me ofenden, según el Padre Nuestro- porque está uno casi condenado a quedarse solo al estar trabajando en proyectos de vida en común, ante una población que le importa un comino todos los demás.

NOTAS.

1.  Ángel González, “Invitación de Cristo”, Poema (Alburquerque, New México, CSW. Spring 84, 1984) p.36.

2.  Aristóteles. Metafísica. (Madrid, Editorial Aguilar, Obras Completas, 1973) p.912.

3.  Jenófanes. Poemas.  Los Presocráticos (México, Editorial F.C.E., 1980) p. 24.

4.  Nicolás Maquiavelo.  El Príncipe.  (Buenos Aires, Editorial spena Argentina, 19554) p. 81.  Esta es una de las tesis más conocidas las cuales consideran al hombre, malo por naturaleza.  Sería interminable citar las corrientes filosóficas que la apoyan.  Cfr. Max Scheler en La Idea del Hombre y la Historia, en Ediciones Siglo Veinte, Argentina, 1967.  Este texto sintetiza de una manera breve y profunda, cinco tesis sobre la concepción del hombre.

5.  Adolf Haas.  El Origen de la Vida y del Hombre.  (Madrid, Editorial BAC, 1963) pp. 535-540).

6.  Miguel de Unamuno.  Abel Sánchez.  (México, Editorial Aguilar, 19772r) p. 258.  Unamuno, en el prólogo de esta novela lo afirma con solemne profundidad.

7.  Un buen ejemplo de esta concepción sobre la mediocridad, es la obra de José Ingenieros, El Hombre Mediocre, Editores Mexicanos Unidos, México, 1978.

8.  Jesús Mostería.  Racionalidad y Acción Humana.  (Madrid, Editorial Alianza Universidad, 1978) pp. 34-37.

9.  Todorov, La Vida en Común.  Ensayo sobre Antropología General.  (Madrid, Taurus, 1995).  pp. 9-29-

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