miércoles, 19 de octubre de 2011

FILOSOFANDO

POR UNGA

Francisco Flores Aguirre



DETALLES



¿Por qué se caracteriza al mexicano como el hacedor de detalles con desenfado espíritu? ¿Por tomar nuestros asuntos con envidiable calma? ¿Por fanfarrones? ¿Por nuestro machismo o hembrismo mental? ¿Por vivir diciendo siempre” si yo hubiera nacido rico cuando yo sea ejecutivo de ventas”?

Lo cierto es que nos acusan de incumplidos, impuntuales e informales. Diversos aspectos de una misma realidad. Porque para ser cumplidos no se requiere más que la atención a la pequeñez.

¿Por qué siempre nos despedimos con una frase ritual de “si nos vemos”? No decimos ni dónde, ni cuándo nos vamos a ver, lo dejamos al acaso. Si de veras queremos vernos, ¿por qué no fijamos el lugar y la hora de la cita? Precisamente por eso, porque no queremos vernos. Así el asunto se queda sin arreglarse, a medio camino.

Y entonces el más hábil, dice al amigo: “Mañana yo te hablo por teléfono”. Elegante forma de eludir el problema o de posponerlo. Así nunca se termina nada. Al día siguiente nadie llama.

Todas estas frases que adornan nuestra despedida “yo te busco” “yo te mando avisar”, “háblame por teléfono”, “a ver cuándo nos juntamos”, son tan inasibles como un soltero amigo mío que no se atrevió a perder su libertad.

Existen sus excepciones. Las únicas citas puntuales, parecen ser las de los novios. Las demás citas las cumplimos si amanecemos con vocación de santo o de mártir.

Advertir los pequeños detalles, cumplir con seriedad las obligaciones diarias de la vida, contestar la carta, satisfacer la promesa, formalizar la cita, en fin, realizar la vida común es un mundo de aparente pequeñeces; pero de su observancia procede un mundo de grandeza, no sólo porque se gana tiempo, sino especialmente por el sedimento de reciedumbre moral que otorga al hombre. Grandeza es pequeñez.

Total una vida sin reflexión no vale la pena vivirse.

No hay comentarios: