FILOSOFANDO POR UNGA
Porque el amor es un vínculo de gratitud que los hombres, perversos por
naturaleza, rompen cada vez que pueden beneficiarse; pero el temor es
miedo al castigo que no pierde nunca. No obstante lo cual, el príncipe
debe hacerse temer de modo que, si no se granjea el amor, evite el odio,
pues no es imposible ser a la vez temido y no odiado; y para ello
bastará que se abstenga de apoderarse de los bienes y de las mujeres
de sus ciudadanos y subditos, y que no proceda contra la vida de
alguien sino cuando hay justificación conveniente y motivo manifiesto;
pero sobre todo abstenerse de los bienes ajenos, porque los hombres
olvidan antes la muerte del padre que la pérdida del patrimonio,
dejéndolos sin trabajo. Surge de esto una cuestión: si vale más ser
amado que temido o temido que amado. Nada mejor que ser ambas cosas a la
vez; pero puesto que es difícil reunirlas y que siempre ha de faltar
una, declaro que es mejor ser temido que amado. Porque de la generalidad
de los hombres se puede decir ésto: que son ingratos, volubles,
simuladores, cobardes ante el peligro y ávidos de lucros y los amigos
son puros cómplices.
martes, 7 de octubre de 2014
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