Es muy probable que así haya empezado la difícil y frecuentemente incomprendida profesión de comunicador social.
El pueblo hebreo guiado por Moisés a la tierra de leche y miel acampó a la orilla del mar Rojo. Los Egipcios, junto con su jefe el Faraón, se acercaban peligrosamente. Entonces... los hijos de Israel, alzando los ojos, vieron a los egipcios marchar contra ellos, y llenos de terror clamaron a Dios, y dijeron a Moisés: ¿Es qué no había sepulcros en Egipto, que nos has traído al desierto a morir? ¿Qué es lo que nos has hecho con sacarnos de Egipto? ¿No te decíamos nosotros en Egipto que era mejor servir a los egipcios que morir en el desierto?.
- Tú alza tu bastón y tiende el brazo sobre el mar y divídelo para que los hijos de Israel pasen por en medio, en seco.
- Haré que se abran las aguas, pasaremos nosotros y cuando pasen aquellos haré que las aguas se cierren, sepúltándolos.
Aquí se engendró la profesión del periodista. Nació potencialmente, desde aquel entonces, la inquietud del hombre por decir su palabra, y más si se sabe escribir bien - afirma Sinuhé, el egipcio:
- Tienes razón -dijo-, un soldado no necesita saber escribir, debe saber solamente batirse. Si supiere escribir sería jefe y daría órdenes al más bravo de los soldados.
- Porque todo hombre que sabe escribir es capaz de mandar a los soldados, y no confían ni cien hombres al jefe que no es capaz de garabatear unos signos sobre un papel. ¿Qué placer puede hallar en las cadenas y las condecoraciones si es el hombre de la pluma quien le da las órdenes?
- Pero así es y así será siempre. Por esto te digo, muchacho, que si quieres mandar soldados y conducirlos, aprende primero a escribir. Entonces los portadores de cadenas de oro se inclinarán ante ti y los esclavos te llevarán al combate en tu litera.
Así, yo Sinuhé, abandoné el sueño de ser soldado y no protesté cuando al día siguiente mi padre y mi madre me condujeron a la escuela y a la biblioteca del CIDECH.
FRANCISCO FLORES AGUIRRE.
UNGA.
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